Asi sabre en que hora vivo.

Es como si te quedaras sin respiración y todos a tu alrededor pasaran a ignorarte. Agitas las manos para llamar la atención y nadie te ve, chillas desesperada, y nadie te oye.
Hechas a correr, sigues y sigues corriendo. Te apartas de todo y todos. No sabes qué hacer ni cómo actuar. Pronto pierdes la noción del tiempo y paras, exhausta. Vuelves a empezar, a correr. Distanciándote. Te caes, y del golpe las rodillas te empiezan a sangrar, pero no lo sientes, no te duele. Solo das pensado en que lo has perdido. En todas sus promesas y te quiero falsos, y no lo das evitado y lloras. Pasan las horas y sigues ahí, llorando, de rodillas en el suelo. Te levantas, quieres ir a casa, esconderte y dormir.
Caminas por la calle sin caminar, sin vida. Te caes repetidas veces y te levantas, todos te miran extrañados. Todos miran a la chica de ojos hundidos y aspecto demacrado.
Llegas a casa, y te acuestas. Cierras los ojos deseando no despertar, deseando dormir y no despertar.
No das dormido, el está presente. Miras alrededor, la ventana está abierta y hay cinco pisos de caída, te acercas atraída hacia lo desconocido, hacia el fin del sufrimiento, hacia el fin de todo. Te sientas en la ventana, y dejas que le aire te acaricia dulcemente, mientras, poco a poco, te dejas llevar, resbalas y caes en un inmenso vacío.
Esperando, por fin ser feliz.
Esperando, por fin olvidarlo a Él y a todos.

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